9 jul 2009

Los narcoabogados

Cuando llegué a México y me encontré con la dura realidad del narco en todo el país, me interesé en el tema y traté de leer algunos libros para comprender el mundo de los narcos, los carteles y la situación que se vive en el país. Desde entonces me he leído algunos libros como "De los maras a los zetas", "El cartel" o un libro que trae cola y generó mucha polémica, un Quijote apócrifo en el Siglo XXI mexicano, un libro cuyo autor es toda una incógnita y cuyos talleres de impresión también: "La Familia Cantón Zetina", que habla sobre los tejemanejes en Tabasco.

Ahora me estoy leyendo "los narcoabogados". Todavía voy por la mitad y está muy interesante ver los nexos entre Colombia y México. Aquí te dejo un breve diálogo del libro que no tiene desperdicio. El periodista Ricardo Ravelo, autor del libro, platica con Gustavo Salazar Pineda, quien fuera abogado del capo colombiano Pablo Escobar durante muchos años:

Ricardo Ravelo: ¿Qué se siente defender a un capo de altos vuelos y vivir con miedo?

Gustavo Salazar: Es la esencia de la vida. El peligro es parte de la vida. También se disfruta, como otras emociones. Para mí, la vida no tiene sentido sin la inseguridad. El miedo y el peligro son ingredientes que le dan un sabor agridulce a la vida.

(...)

RR: ¿Qué le dejan en su vida todas estas experiencias?

GS: Satisfacción. La abogacía es un juego. Estoy entre los cinco mejores abogados de mi país. Hubo un abogado más inteligente que yo, que, como otros, amasó una gran fortuna. Se llamaba Bladimir Mosquera Cruz. Lo mataron (...) en Cali. Era muy sagaz, pero creo que uno de sus errores fue que era voraz por el dinero. Era ostentoso. A mí me gustó el bajo perfil (...). Nunca quise tener escolta. No creo en la seguridad que brindan. Los únicos que están seguros son los muertos. A mí me encanta el peligro. Entendí que la vida no es lógica, es un peligro, un enigma. Es como un río que fluye. Ya la disfruté y la disfruto (...). Soy el único abogado que reconoce públicamente ser de la mafia. Nunca exigí millones a mis clientes. Es un error. Cobré lo justo: un adelanto y lo demás en mensualidades. Nunca me comprometí a conseguir sentencias favorables a mis clientes. Hacerlo y no cumplir hubiera sido mi sentencia de muerte (...). Tuve clientes colombianos en varios países del mundo, la mayoría en España y Francia. Ahora, muchos están en Venezuela. El régimen de Chávez ofrece mucha seguridad a los narcos (...).