27 mar 2009

Nuestra carrera

Y ahí estaba, a las 5.45am, una hora en la que ni los pájaros cagan, escuchando la alarma de mi celular, "You", de Switchfoot, una canción que empieza suave, para no alterarme desde tan temprano y para no despertar a Cecy.

Eso de la alarma es curioso. Recuerdo que una vez me compré con un dinerillo ahorrado una alarma digital, con radio, negra, muy fashion en ese momento, que me costó 2,000 pelas, de las antiguas. Todo emocionado enchufé el despertador por primera vez y arreándole botonazos desde el primer momento acerté a poner la alarma tipo radio y la tipo pitido, un sonido "caraheante" de los que te pone los pelos de punta y la mala leche interna cuando suena, un pitido que un día cualquiera, a las 6am, si suena, puede joderte el día completito desde tan temprano. Pues mi época estudiantil fue así, un año completo. Ponía el despertador este asqueroso enfrente de mi cama para que cuando me despertara tempranito para estudiar antes de un examen (obvio no estudiaba lo suficiente antes) tuviera que levantarme y apagarlo. Lo que no pensé al principio es que a las 5am está todo oscuro todavía y cuando suena ese despertador asqueroso y te despiertas desorientado no dejas de darle caramonazos a las paredes, armarios, sillas, mesas y to lo que se ponga por delante hasta que consigues parar eso. Y ahí me veía, a oscuras, respiración atropellada, viendo la hora en el despertador digital, con 200 pulsaciones por minuto en reposo y un tembleque en las piernas que ni te cuento.

En fin, como no me gusta recordar esos momentos que se extendieron durante todo el año, decidí poner una canción más suave en mi celular, de esas que hasta te da gusto escuchar al levantarte.

Pues lo dicho, sonó a las 5.45am y Cecy y yo nos levantamos para correr la Carrera de los Amigos. Cuando llegamos no teníamos muy dominado el tema ese del calentamiento y nos pusimos a observar el ambiente (más de 1,000 personas calentando). En eso llegó Chihuahua, un cuate de mi equipo de fútbol que, como nosotros, se había atrevido a plantar cara a la mañana tan rica de domingo y ponerse unas zapatillas para dar vueltas por una parte de la ciudad.
-Y tu esposa, Chihuahua? -Pregunté-
-Ni maix, mi esposa está ricamente en la cama. Me dijo que esta guerra es mía.
-Joder, ni te va a echar porras?
-No.

Los tres salimos juntos de la meta, pero fue sólo una imagen fugaz. Chihuahua salió escupido por delante, yo aseguré una estrategia segura para hacer un buen papel: Mantener el tipo y no parecer cansado en la tercera esquina, último lugar donde hay gente animando a todos los corredores. Ya sabes, para verme muy chinguetas con mi pantalón negro y mi camiseta blanca y no parecer agotado desde el principio y con una condición del "caraho". Cecy se quedó también a su ritmo, a unos metros de mí.

La primera vez que agarré una bolsita de agua para refrescarme durante la carrera pagué mi falta de experiencia: mientras corría apachurré la bolsa y suavemente le quité la esquina superior derecha con mis dientes, cuidando que no salpicara ni una gota. La segunda vez, a medida que mis fuerzas empezaban a quedarse en cada esquina y mi lengua empezaba a arrastrarse perdí el decoro y la esquina superior derecha se convirtió en 3/4 de bolsa rota y agua espurreá por todos sitios. A Cecy le fue peor, a mitad de la carrera se acabó el agua y terminó jodida con la lengua fuera durante más de 4 kilómetros. De Chihuahua no sé. Desapareció de mi vista en los primeros 50 metros y sé que entró 2 minutos antes que yo.

Durante la carrera hubo de todo: un hombre chaparriiiiito chaparriiiiito que al principio, como una bala me adelantó, moviendo sus piernas como si tuviera un pimiento morrón o un chile detrás, pero que a mitad de carrera lo encontré sentado en una parada de autobús medio deshidratado; o el "mamadito" como dice mi estimada Amy, cuyo brazo era como mis dos piernas juntas que tenía una novia delgaaaaada delgaaaaada y que corría como el exprés...

El saldo fue positivo. Al final, tanto Cecy como yo terminamos la carrera. Yo hice 59 minutos, algo que no está mal para no haber corrido nunca 10 kilómetros, bueno, por lo menos no haberlo hecho en los últimos años. El domingo voy a correr otra vez otra carrera de 10 kilómetros. Mi objetivo es bajar de esos 59 minutos. La verdad, ganar, lo que se dice ganar, no me interesa.

Yo voy por participar y superarme a mí mismo, no por el hecho de participar por una vil victoria. Si quisiera podría bajar de los 34 minutos que hizo el ganador de la Carrera de los Amigos....total, son sólo 25 minutos de diferencia...en dos patadas le paso...Pero las medallas y los reconocimientos no me gustan, por eso no gano. Soy un tío tímido y humilde.

Número 621: Cecy
Número 086: Yo