Este fin de semana estuve en uno de los llamados Pueblos Mágicos de México. Hay feria actualmente y desde que llegué, como balas, varias personas me comentaron los problemas que hubo con unas pancartas en contra del actual alcalde de corte priísta.
Lejos de este problema, la feria está otra vez (hubo un tiempo en que cambiaron de locación) en el centro de la ciudad, con los consiguientes destrozos y problemas que ocasiona en la misma: convertir el mismo centro en un nido de borrachos que se dedican a vomitar y mear en cualquier lugar; convertirlo en un basurero (dada la poca capacidad de las papeleras que hay hoy día en los dos parques centrales de la ciudad); destrozar, precisamente los remodelados parques, el césped y el convento, etc.
Lejos de eso, y sin oponerme en absoluto a la realización de una feria, un evento que sirve para entretenernos y, de paso, desviar la atención (política, social e incluso económica durante unos días), las ferias son la excusa perfecta para que los ladrones hagan su particular agosto en las casas que durante estos días están más vacías de lo normal.
Ayer, domingo, en la tarde, me tocó vivir un suceso relacionado con un ladrón de cerca.
En la tarde, después de la siesta obligatoria (es ley en esta ciudad) escuché que Cecy me gritaba y me pedía que bajara. Bajé rápido y me dijo que alguien había entrado a robar en casa de Aidé. Salí a la calle y vi mucha gente en la misma, todos mirando los muros bajos de una casa pegada a la de Aidé. Me encontré de frente a Chano y me dijo que alguien estaba intentando escapar de la casa de Aidé y que lo sorprendió queriéndose llevar una escalera.
Me puse a esperar y de repente un chavo de unos 22 años apareció saltando el muro. Tras hacerlo comenzó a correr a la vez que Chano y su sobrino corrían detrás de él. Yo, ya metido en faena, me puse a correr también detrás de él hasta que le dimos alcance.
Los tres lo rodeamos y comenzamos a preguntarle agarrándole de los brazos para que no se escapara. El chavo, haciendo alarde de una borrachera y, yo diría, de una buena dosis de mariguana o algo peor, comenzó a pedir perdón y a decir que se había equivocado, bla bla bla....
Chano hacía las veces de policía preguntón y listo; su sobrino, las de acompañante del policía, sobre todo por su altura, y yo, las de fiscal (eso pensé). Me crucé de brazos y también preguntaba de vez en cuando alguna cosa. El chavo entonces confesó todo "pues....pues....yo no quise robar....(como dije antes, intentó robar una escalera pero Chano lo sorprendió mientras trataba de hacerlo así que la dejó en su lugar para que no lo agarraran con "las manos en la masa" y trató de huir)yo, la verdad, créanme...entré a cagar". En ese momento estoy seguro de que los dos "policías" y el "fiscal" (o sea, yo), nos aguantamos la risa por un momento...hasta que a Chano le salió un "y qué...mientras estabas cagando viste la escalera y dijiste...pues ahora que termine plácidamente de cagar me llevo mi escalerita". El chavo entonces empezó a decir que lo sentía mucho y alargó varias veces la mano para intentar dárnosla y hacer como que ahí no había pasado nada.
"La cagué...la cagué y te juro que no volverá a pasar...déjame ir", le decía constantemente a Chano, quien le repetía que no se lo creía y que si le dejaba ir no sólo podía volver a pasar, sino que le podría pasar a otra persona. Entonces él comentó que "lo resolviéramos ahí, que él estaba pidiendo perdón de verdad, de todo corazón y que no sabía qué le había pasado por la mente para intentar robar la escalera pero que le dejaran ir". Chano le respondió que la policía (a la cual ya habían llamado los vecinos) decidiría si le dejaba o no irse....
En ese instante, estoy seguro de que la palabra policía hizo que temblara y comenzó a ser más directo..."de verdad que fui a cagar, incluso no llevo trusa porque la tiré también donde cagué"...."Mira -sentenció a Chano, un tipo con un gran corazón, alto y muy rudo- vamos a hacer una cosa: pégame, pégame y ya...lo olvidamos. Me dejas ir y te juro que no lo vuelvo a hacer". En ese momento noté por primera vez que el labio inferior del chavo empezó a temblar de miedo, pero Chano casi le recriminó, al igual que yo..con ese acento raro que Diosito me ha dado "pero hombre, pero hombre, cómo puedes decir eso...aquí nadie va a pegar a nadie...aquí no queremos ni vamos a pegarte". Y él, viendo que no queríamos ponerle una mano encima (no sé si eso es común en otras refriegas), se volvió comprensivo nuevamente y extendió en son de paz su mano derecha para dárnosla.
El murmullo de la gente que observaba (unas 20 personas) comenzó cuando al fondo de la calle una camioneta de la policía apareció. En ese momento el chavo trató de escapar y Chano salió como una bala detrás de él hasta que lo atrapó. Acto seguido llegamos su sobrino y yo, y la policía. Cuatro agentes con ganas de "fiesta" se bajaron de la camioneta al estilo SWAT y, eso sí, en un segundo ya tenían al asaltante sentado en la parte de atrás de la camioneta. Desde ahí, el chavo lanzó una mirada amenazante a Chano y le extendió su dedo índice. La gente empezó a gritarle que no amenazara y el chavo, al ver todas las miradas de los policías en su dedo índice dijo que lo sentía, que no iba a amenazar a nadie.
La camioneta de la policía desapareció en un visto y no visto llevándose al ladronzuelo que trató de robar una simple escalera de metal. Los polis avisaron: si no hay denuncia puede estar hasta 72 horas en la celda. No habrá denuncia, dijo Aidé, pero sí un buen susto.
Acto seguido, la verdadera esencia de las ciudades pequeñas y los pueblos comenzó a hacerse presencia: el rumor. Algunos de los vecinos afirmaron haber visto al chavo con una mochila negra; otros que no, que no llevaba nada. Unos decían que trató de abrir otras casas en esa misma calle, pero no pudo. Otros decían que estaba drogado...etc.
Cuando se llevaron al chavo comencé a pensar: "El intento de robo de una simple escalera hará que esté 72 horas en prisión"....para muchas personas el tiempo no es nada o no es importante o qué sé yo si lo han pensado alguna vez.
Y lo peor, estuve durante toda la tarde pensando en esa frase "pégame, pégame y ya...lo olvidamos". Después de que se lo llevaron y comencé a darle vueltas a esa frase...después de eso...comenzó a darme lástima y a intentar comprender qué lleva a un hombre a aceptar algo como causa de la desesperación....
20 oct 2008
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